Algo más sobre mi Madre...

Volvamos a su plena y maravillosa juventud...Aquí está Blanquita, mi madre,  jugando al tenis en su entrañable Villa Quilino, durante los largos veranos que pasaba en la "La Florida" la estancia familiar que tanto amó...

               Amaneceres saturados de cantos de pájaros y aromas silvestres, mañanas alegres de pan recién horneado y dulces caseros. Luego los almuerzos generosos en medio del alboroto de los sobrinos de todas las edades...

Largos paseos en bicicleta después de la obligada siesta y los infaltables cuchicheos con los "sobrinastros" (Lucía, la cuarta de sus hermanas mayores y que le llevaba 20 años se había casado a los 16 con un hacendado viudo, con hijos de su misma edad...metida en lo más interior de la provincia de Córdoba, terminando de criar hijastros tan adolescentes como ella y dando a luz casi todos los años-algunos hijos no sobrevivieron-seguía siendo la rubia belleza de voz angelical de la que se quedó prendado su marido al verla subir las escaleras del Conservatorio Provincial del brazo de su padre mucho tiempo atrás) Algunos de los hijos de Lucía tenían la misma edad que su tía Blanca, otros eran más chicos ...lo que todos tenían en común y los unía incluyendo todas las diferencias, era la gran amistad  y un profundo afecto, esto la hacía volver todas las vacaciones....


También estaban los paseos a caballo, las zambullidas en el tanque australiano, las comilonas de fruta directamente de los árboles, las carreras de a pie, las escondidas...Los rezos del Rosario en las tardecitas,"a la oración", sentada toda la familia en la amplia galería frente a la escalinata principal,ensoñando sueños mientras desgranaban las cuentas de cristal de roca y de azabache...Y por supuesto, las vueltas a la plaza todos los sábados por la tarde y los domingos, infaltables a Misa en la Parroquia y por que no...a una Novena también...

              En estos veranos se gestó uno de los primeros grandes amores de mi madre: era algo mayor que ella y maestro...poco me contó de él: que era muy moreno y caballeroso, que le recitaba poemas y le regalaba flores blancas...como ella...Blanca...y que luego se pasaba todo el resto del año pensando en él y escribiéndole cartas, a las que él no respondía por verguenza a la familia; parece que no estaban para nada bien vistas en aquella época las diferencias sociales y de edad...Así que ese amor no perduró...

                        Cuando mi madre solía viajar mentalmente a ese período, sus ojos brillaban, las mejillas se le encendían y hasta me parecía verla como debía haber sido entonces: intensa, alborozada,apasionada por la vida y por las relaciones, rodeada siempre de amigos y promoviendo diversiones...aunque también podía vislumbrar a la joven soñadora y romántica que fue y de la que conservó durante toda su existencia hábitos como la lectura de novelas y poesía...La recuerdo muchas veces sentada con un tejido escuchando música de aquellos tiempos y tarareándola con nostalgia; aunque hubieran pasado ya tantos años, era posible escuchándola tararear y viéndola ensoñar con sus maravillosos ojos de amatista prendidos de algún retazo de recuerdo, viajar por un segundo al pasado y encontrarse con aquella muchacha intrépida que usaba pantalones de montar, que cabalgaba o andaba en bicicleta durante horas, que nadaba y jugaba al tenis en equipos mixtos y que agitando su enrulada melena rojiza se atrevió a desafiar desde muy temprana edad los convencionalismos de su época a la hora de enamorarse.



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